Nos encontramos ante un
mundo globalizado en el que las nuevas tecnologías están a la orden del día. La
economía colaborativa se va consolidando cada vez más hasta el punto en el que
las empresas tradicionales ven amenazada su posición en el mercado.
En el caso del sector
hotelero, cada vez son más los clientes que deciden hacer uso de las llamadas
“apps” o aplicaciones móviles para disfrutar de sus vacaciones, ya sea
reservando a través de aplicaciones como pueden ser “Booking” o “Trivago” o
alojándose en apartamentos turísticos por un precio reducido a través de
plataformas como “Airnbn” o “HomeAway”, las cuales ofrecen un contacto directo
entre particulares y clientes.
Ahora bien, ¿en qué
medida la economía colaborativa beneficia o perjudica al sector hotelero?
En primer lugar, es
innegable el impacto que genera en términos de mayor competencia y
consecuentemente, mayor calidad. El surgimiento de dichas plataformas ha
provocado que los hoteles tradicionales necesiten ofrecer un mejor servicio
para diferenciarse y atraer a los clientes que, pudiendo alojarse en
apartamentos por un precio bastante más bajo, se decanten por ellos.
Además, no sólo se trata
de una mejora de calidad de los servicios ofrecidos en aquellos hoteles que no
participan en el lucrativo negocio de la economía colaborativa, sino que
también fomenta la competencia y la mejora de la calidad en los apartamentos
turísticos ofertados en la plataforma. Esto se debe a que dichos apartamentos
son calificados según las opiniones de los usuarios; ya no se trata de llaves.
De esta forma, los clientes optarán por aquellos alojamientos con mayor número
de opiniones positivas, provocando que los apartamentos con menor grado de
satisfacción trabajen para mejorar la calidad de sus servicios.
Tampoco debemos olvidar
la gran oportunidad que suponen estas plataformas no sólo para el sector
hotelero, sino también para determinados segmentos de demanda. Por un lado, aquellos
hoteles que decidan abrirse a este segmento de mercado, gozarán de los inmensos
beneficios que genera,
mientras que por otro lado, aquellos clientes que, por motivos económicos, no
podían permitirse el irse de vacaciones por las elevadas tarifas de alojamiento
en hoteles tradicionales, ahora pueden disfrutar de una estancia en un apartamento
turístico por un precio mucho más bajo, lo que fomenta el desarrollo del
turismo.
Sin embargo, no todo son
ventajas. Legalidad, ahí es donde reside el problema. Mientras que algunos
particulares utilizan dichas plataformas de forma legal, existen otros que se
benefician de ellas eludiendo impuestos e incumpliendo normas de salubridad y
seguridad. Y no sólo eso, aquel
particular que gana determinada cantidad de dinero un par de veces al año
alquilando una habitación tiene ingresos extra, mientras que si se trata de
autónomo debe cotizar mensualmente a la Seguridad Social. Por tanto, no se
trata de un juego justo.
Por todo ello, debemos
decir que es necesaria la regulación, pero no la prohibición. Uno de los puntos
que resultaría fundamental modificar es el ámbito de la normativa, dado que
ésta es autonómica y dispar, por lo que
sería necesario crear un marco jurídico único de manera que todos
jugaran en las mismas condiciones.
Es innegable que la
economía colaborativa está dispuesta a quedarse, por lo que, como dicen, si no
puedes vencer al enemigo, únete a él. Ese es el lema que deberían tener las
cadenas hoteleras para no perder su posición en el mercado y quedarse
estancadas en la modalidad de alojamiento tradicional. Por tanto, debemos abrazar
a las nuevas tecnologías y aprovechar
las grandes oportunidades que ofrecen si no queremos perder nuestro sitio en
este sector tan bonito como es el hotelero.
Natalia Santonja
Natalia Santonja
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